Pensar únicamente en dos personas en relación, puede favorecer una visión individualista, sobretodo cuando surgen conflictos como en toda pareja. Al verlo así, puede ser que uno de los miembros de la pareja sienta que el otro no lo escucha o no atiende su necesidad y se enfoca en tratar de que el otro entienda lo que necesita. Si estas situaciones se manejan de manera adecuada y el otro está abierto escuchar, se puede llegar a una resolución. Por desgracia, esto no siempre sucede y es ahí cuando una persona deja de ver las necesidades de la otra, tratando a toda costa de transmitir su mensaje a alguien que por algún motivo, no está escuchando y en estos intentos, a veces comienza a desgastarse la relación.

En otras ocasiones, cuando el conflicto es más complicado y permanece presente durante mucho tiempo, las dos personas que se habían unido en un inicio por el amor que se tenían, llegan a verse como verdaderos enemigos y cada uno defiende a capa y espada su versión de cómo son las cosas y cuál es el problema (que generalmente le atribuyen al otro). Incluso, van por la vida hablado de su experiencia y tratando de reunir seguidores que apoyen su versión de las cosas y en el proceso a veces hasta logran que estos vean con ojos de desaprobación a su pareja.

Es a partir de esta perspectiva individualista que se pierde de vista la relación y los miembros de la pareja comienzan a verse como dos frentes que se encuentran uno contra el otro. La pregunta entonces es: Desde un lugar así, ¿cómo puede florecer el amor y la relación?

Podemos considerar la relación como una planta que necesita ser cuidada para florecer y le corresponde a los integrantes de la pareja darle lo que necesita. Sin embargo, esto no es tan sencillo como suena. Implica dar un paso hacia atrás para ver no sólo lo que yo necesito, sino lo que necesita la relación. El reto más difícil es renunciar algunas veces a defender mi punto de vista, dejar de pensar en mí, soltar algunos enojos, hacer espacio para la relación… perder algunas “batallas” en lo individual, por el bien de la relación.

La buena noticia es que si ambos integrantes de la pareja comienzan a pensar en cómo pueden cuidar juntos la relación, la distancia entre ellos comienza a desaparecer, pues de nuevo forman un equipo que necesita estar unido para cuidar al tercero en cuestión. Así, pueden hablar sobre lo que necesita la relación y cómo pueden dárselo, qué aspectos de ella ha descuidado cada uno e incluso hacer un plan en conjunto para que vuelva a florecer.

Así que si eres de la gran mayoría de las personas que no sabían que en tu relación de pareja no son dos sino tres y quieres comenzar a cuidarla desde otro lugar, es cuestión de dar el primer paso y la próxima vez que haya un conflicto en el que tengas la tendencia a querer defender sólo tu punto de vista o hacer entender al otro tu necesidad sin escuchar la suya, pregúntate: En este momento, ¿qué es lo que necesita la relación? y probablemente encontrarás respuestas distintas a las que habías pensado antes… y por supuesto, el episodio tendrá otro desenlace.